¿Oyes el sonido profundo de la propia vida?

MENSAJE A MI LECTOR:

Para que encuentres sentido a mis palabras, te sugiero que las leas con el orden que las escribí... consulta el archivo.
Aunque siempre puedes elegir las etiquetas. Tú decides.

Gracias por la visita.

Gracias por la visita.
Vuelve cuando quieras... te espero.

sábado, 25 de agosto de 2007

África Malaika...


Te dejo un regalo... te dejo una maravilla cantada hace muchos años por estas dos personas:
Harry Belafonte y Miriam Makeba...
Laia.

Asisto, aterrada, a la muerte de todo lo que conozco...

Estoy muriendo muy adentro...
Asisto, aterrada, a mi muerte...
Observo este punto de inflexión, desesperada...
Me agarro al leve suspiro que el Universo me envía para no ahogarme dentro de este momento único e irrepetible...
Llevo varios días llena de nostalgia, como si mi mente hubiera querido prepararme para la pérdida, para el vacío, para la muerte y para el duelo...
El pánico me hace gritar, alterada y sola, abandonada y humillada, manipulada, olvidada y ridícula...
¡Qué dolor!
¡Qué soledad!
¡Qué triste realidad!
No hay palabras para desdribir el desgarro de la verdad.
Estoy viviendo mi muerte.
Estoy viviendo la muerte.
La muerte de todo lo que conozco, aprecio y necesito.
La muerte de la esperanza y de las ilusiones.
La muerte del futuro.
Antes de nacer, vive muerto entre mis manos...
Ha llegado el momento que tanto he querido evitar durante años.
Ha llegado el instante fugaz a partir del cual, he de vivir ajena al dolor y al abandono...
Ha llegado el minuto ineludible en el que tengo que "decidir" dejarlo todo atrás... ese segundo atroz en el que me tengo que autoconvencer de la necesidad de olvidarte, de arrancar tus raíces de mí, de romper tu influencia, de arrebatar de tus manos las armas con las que me haces daño...
Mientras tú, vives al márgen de mi realidad, aprovechando la libertad que te facilito y disfrutando de tu soltería...
Nunca podrás ser un señor, tan sólo eres un ser mediocre.
Querido lector, te voy a confesar otro secreto:
A SeñorSíSeñor sólo le interesa su familia y no me refiero a su mujer y sus hijas...
Laia.

viernes, 24 de agosto de 2007

Cuenta atrás para mi "pumple"


Y el tiempo, sigue pasando...
Y los minutos siguen pesando...
Y las horas siguen pisando...
Y los días nacen cada mañana, ajenos a lo vieja que me están haciendo...
Laia.

Rompo mi copa en un brindis de amor truncado...

Estoy oyendo a Wilson Pickett y su Tierra de las Mil Danzas... una y otra vez... y eso que me duele la cabeza mucho... pero la pongo una y otra vez... na... nanana... nanana... nana... nana... nanana... Los negros me parecen seres excepcionales por sus voces, por sus cuerpos, por sus músicas, por sus manos... por su dolor y por su piel...
Ahora estoy oyendo La Casa del Sol Naciente... ¡ay! mammmma mia... ¿cómo puede una soslayar la nostalgia? Y ahora, El Muro... y en la tele sigue un programa más sobre la transición... Me duele la cabeza...
Hoy me he enterado de que SeñorSíSeñor tiene pensado volverse a su pueblo después de mi cumpleaños, de nuestro aniversario y de algunos días más, supongo que los necesarios e imprescindibles para justificar su vuelta. Pero no me lo ha dicho a mi, aunque ha hecho todo lo posible para que me entere. No tiene vergüenza.
Ahora, Pata Pata, de Miriam Makeba... ¡me encanta! jajajajajajja
¿Sabes lo que estoy escuchando ahora? ¡Ni te lo imaginas! A Nancy Sinatra y sus "Botas hechas para caminar" (están hechas). Ahora a Los Bravos: Black Is Black. Ahora a Harry Belafonte y su Limbo Rock... y ahora, una canción que me parece maravillosa de Miriam Makeba y Harry Belafonte: África Malaika. Lo que te voy a decir ahora no te lo vas a creer, estoy escuchando a la Escolanía de Montserrat cantando el mítico y maravilloso Virolai... y también, Hotel California...
En fin... que cuando "la mula" le da por parir y parir, no se acaba nunca la lista...
Hoy he pasado un día normal. He sacado a mi perrita y después me he duchado porque anoche no me dio tiempo a hacerlo. Después, he bajado a la una en punto porque había quedado con una amiga del pasado... me ha llevado a su casa para que la conociera y supiera donde vive y después nos hemos ido a comer. Sobre las cinco y media me ha dejado en casa de una señora a la que iba a visitar y allí he esperado a mi hija, porque me había dicho que me iría a buscar y así saludaba también a la señora amiga de la familia.
Sergio Mendes & Brasil'66 y su Soul Bossa Nova... y su Batucada de Carnaval... uy, cuando era pequeña, este grupo me fascinaba, ¡ya salía mi vena bailonga! jejejejjejeje
Después hemos recogido a la perrita y nos hemos ido a cenar a casa de mi hija. Mañana después del trabajo se irá al pueblo de su padre, a pasar el fin de semana bañándose en la playita... a cambio, yo he renunciado a irme al monasterio. Porque no quería tener que dejar a mi otra hija con la obligación de sacar a la perrita o tener que llevársela a su casa, puesto que está estudiando porque los exámenes de septiembre están a la vuelta de la esquina...
Rompo mi copa brindando por el amor frustrado, por el amor que no llegó a crecer... por el amor que murió nada más nacer...
Laia.

lunes, 13 de agosto de 2007

Un recuerdo más por esta noche...

Recuerdo la imágen del tendedero en invierno, cuando la niebla, el frío, la nieve o la lluvia movía las pinzas enganchadas en la cuerda... y me parecían seres indefensos y olvidados que, eso sí, cuando se necesitaban debían hacer su trabajo... y, si por la inclemencia del tiempo se rompían o se oxidaban, las tiraban... ¡qué crueldad! Por eso, cuando me hice adulta y tendí mi propia ropa, nunca dejé una pinza colgada del tendedero, nunca la abandoné a su suerte... En verano, el recuerdo que destaca son las sábanas tendidas al sol y el reflejo sobre el blanco nítido del algodón bien lavado y escamondado (una palabra que me fascina, que la decía mi madre con absoluta norma y regularidad y no sé muy bien qué significa)... y el gusto de jugar entre ellas toqueteándolas mientras los mayores te gritaban: "No toquéis las sábanas blancas que se ensucian" En fin... también recuerdo que mi hermano hacía pistolas con las pinzas que mi madre desechaba y, cuando necesitaba más y las cogía a escondidas, ella siempre lo descubría y le obligaba a dejarlas tal como estában... abandonadas colgando de una cuerda que mi padre o mi abuelo tensaban de vez en cuando para que la ropa no tocara el suelo...
Laia.

domingo, 12 de agosto de 2007

El calor de un buen fuego...

Otra imágen importante de mi pasado es el fuego a tierra, el hogar, la llar de foc... las tardes acabadas mirando fíjamente las llamas y oyendo las pavesas crujir alrededor de nuestras piernas o de nuestros zapatos... con las bombillas apagadas largo rato, hasta que mi madre o mi abuelo se levantaban para hacer la cena... en la "cocina económica" imprescindible en un pueblo que vivía de las minas de carbón. Mi padre y su padre eran mineros. A mi abuelo se le cayó parte de una galería encima y estuvo hospitalizado meses y convaleciente, casi el resto de su vida pues sus caderas nunca se recuperaron y le quedó una especie de cojera rara que hacía que sus piernas se arquearan como si fueran a rompérsele de un momento a otro... mi padre también sufrió en la mina, como todos los padres de todas las niñas y niños que yo conocía... y llegaban a casa con la cara muy negra, cosa que nos asustaba mucho cuando éramos pequeños... y vestían ropa negra o azul marino y los pañuelos de nariz eran de rallas negras y grisáceas... y los cuentos, las historias sin duda inventadas la mayoría sobre la marcha, de un abuelo dormilón y cariñoso al que le faltaba la primera falange del dedo corazón de una mano que ya no recuerdo... y la perdió cortando leña con un hacha en su pueblo, allá en la Andalucía más profunda, cuando era un joven saliendo a la vida...
Laia.

Mi infancia...

Una ventana con flores y nieve cayendo... esa es una de las imágenes de mi infancia... mi madre tiene una "mano" para las plantas asonbrosa y siempre ha tenido muchas y muy bonitas... y la nieve, ¡ay! esa sí que es una de las cosas más arraigadas en los recuerdos de mi niñez. Hacíamos muñecos de nieve en el colegio, patinábamos y nos divertíamos con trineos en las excursiones a la alta montaña, muy cercana a mi pueblo natal. Mi pueblo era pequeño y olía a carbón y a leña. Las tardes eran largas despedidas hacia el horizonte... con nubes platino y sol dorado, según la época del año... mi pueblo eran caras familiares que me conocían y me daban agradables recados para mis familiares, mi pueblo era la confianza de ir a comprar con la retahíla: "Ha dicho mi madre que me dé un kilo de tomates de los que a ella le gustan..." para acabar diciendo: "Me ha dicho que ya los pagará ella cuando venga..." Y el tendero o la pescatera contestaban: "Sí, sí, venga, vuelve pronto a casa..." Pero tú te quedabas en la calle porque habías llamado a tu amiga del alma para que te acompañara a comprar, y subías y bajabas la calle Mayor con la ilusión de encontrar aquellos ojos infantiles con los que soñabas sueños inocentes llenos de esperanza y belleza...
Laia.

El placer de charlar contigo...

Me encanta poner fotos en el blog así que, esta noche te voy dejar unas cuantas. Espero que sean de tu agrado. Aunque lo que realmente hago es un juego, una terapia, un ejercicio... elijo una imágen y después escribo inspirándome en ella. Me dejo llevar por el impacto que recibo de lo que veo y escribo espontáneamente... según va saliendo... cuando era pequeña y mi madre aún tenía poder sobre mí, me decía mil veces que tenía muchos pajaritos en la cabeza. Y también decía que el motivo, la causa de que eso fuera así era, el afán que tenía por leer, leer, leer, leer... y, ¿sabes?, creo que tenía razón en el fondo... ella no concebía la vida de la forma que yo la describía, del modo que yo la sentía... porque a ella le tocó vivir una etapa de la Historia en la que los derechos, las delicadezas, la sensibilidad, el respeto, etc., brillaban por su ausencia y, para sobrevivir, había que obviar esas cosas que eran conceptos de debilidad y un lujo imposible de asumir... y tenía miedo por mí, por mi rebeldía y por mi fuerza innata para luchar y pelear por la Justicia... tenía miedo por mí, por la vida que íba a tener, por el sufrimiento que iba a marcar mis días, por la incertidumbre del pánico a perder una hija en un enfrentamiento político y, también, cómo no, por su concepto machista de la vida en general... así la educaron y quizás ella hizo poco por cambiarlo... tenía derecho a tener miedo: ella sufrió una guerra y todas sus consecuencias...
Mis pajaritos, me han dado felicidad porque me han ayudado a ser coherente.
Laia.

Se acaba la semana y ya estamos a mediados de agosto... el verano también se acaba.

Ya se acaba el domingo. No hace mucho calor y me acabo de enterar de que hoy ha habido un terremoto. Y yo, no he hecho nada en todo el día. Ahora me tendré que dar mucha prisa para hacer todo lo que tenía previsto. Porque para mañana también tengo ya organizadas otras tareas que sin falta se han de realizar. Esta tarde he encontrado por casualidad un espacio que me ha gustado mucho y le he dejado un par de comentarios pero, él, ha venido a verme (al espacio personal que tengo en hotmail), ha buscado información en Google sobre mi (ha dejado las pistas en mis estadísticas), y ha leído hasta los comentarios que he ido dejando en otros blog's y espacios que he ido visitanto a lo largo del tiempo... pero no me ha dicho ni mu...
Es mi sino.
Laia.

¡ME SIENTO MUY BIEN! Y he venido a decírtelo...

Vengo a gritar también hoy... pero a gritar de alegría... ¡porque me siento bien! SeñorSíSeñor lleva desde el miércoles en su pueblo. Y mis hijas en sus respectivas casas. No negaré que me sienta sola pero, ¡estoy bien! Nadie me molesta en ningún sentido. Nadie me hace pasar vergüenza ni un mal rato... al menos, en casa porque, con mis hijas, ayer fue un día difícil. Sin embargo, me siento bien. La vida sigue, discurre hacia adelante. Los que siguen respirando siguen viviendo y los que tienen ilusiones siguen pisando el suelo de este mundo que habitamos... ¿me voy a parar a fijarme en los que viven para amargar, someter, dominar, engañar, manipular, vampirizar... a su compañera? No. No. No.No. ¡No! Porque me siento bien. Y no estoy haciendo todo lo que quisiera pero, hoy, he encargado unas gafas de color pistacho y el lunes las recogeré. Será difícil y fuerte salir a la calle pero, son bonitas y modernas así que, como quería cambiar de look, ¡es lo que hay! Sin excusas y sin más miedos de los necesarios... jejejejeje. Me siento bien y hoy, he querido venir a chillar, a gritar, a bramar, a vocear que me siento muy bien. Mañana domingo comeré con una de mis hijas porque la otra no creo que le dé tiempo a venir, y después tendré que limpiar, ordenar y tender y planchar pero hoy, me siento bien conmigo misma y con la vida en general porque, ya sé que los niños se siguen muriendo de hambre y de enfermedades y que las mujeres siguen muriendo de golpe o despacio a manos de sus agresores; ya sé que las guerras están ensuciando nuestros corazones y la tierra que pisamos, ya sé que los políticos sin entrañas están poniendo en peligro todo cuanto conocemos y aquello que está por venir... ya sé todas esas cosas y todas las demás pero, hoy, perdóname si te digo, que me siento bien. Y he venido a decírtelo.
Laia.

domingo, 5 de agosto de 2007

Para tí... desconocido lector...




PARA TÍ... DESCONOCIDO, AMADO, ESPERADO, ANSIADO Y SIEMPRE RESPETADO LECTOR.

Y ahora... solo yo y nada más que yo...

Estoy contenta. Ya tengo mi reserva hecha para pasar una semanita en un monasterio de Castilla. Estoy emocionada. El año pasado ya estuve en otro pero, una de mis hijas me acompañó y esta vez voy sola así que, será diferente. Me ha dolido un poco que no se haya querido venir conmigo pero, mi vida está en las puertas de dar un gran cambio así que, acepto lo más humilde que puedo todo aquello que parece ser que voy a tener que hacer... ¿A que parece un juego de palabras? Pero no, sólo es la crónica de una realdidad.
Estoy contenta porque ya estoy fuerte y muy cerca de la salud completa. Y ya se, desconocido lector, que no me entiendes así que, te contaré algunas cosas de los últimos años de mi vida. He estado casi un año y medio metida en la cama. Así, sin más. Año y medio dormitando en una cama que era, en el fondo, mi tumba. Siempre he sido una persona muy activa y nunca me ha gustado dejar pasar el tiempo sin algo que hacer. Algo que me gustara, algo agradable o provechoso. Y he estado inscrita en montones de actividades. Y he "llevado" mi casa y a mi familia adelante con amor y con dedicación, con entusiasmo y sin desfallecer. Siempre he sido como una locomotora que tiraba hacia adelante hasta sin combustible. Y conseguí el trabajo que me gustaba y me dediqué a él con la misma energía e ilusión que hacía lo demás pero, un día tuve que dejarlo y SeñorSíSeñor dijo que, con el mismo capricho que lo había cogido, lo estaba dejando. Y lo dejé porque mi casa se había convertido en un caos: la comida que preparaba para que mis hijas comieran al día siguiente, me la encontraba sin que la hubieran tocado y, una no estudiaba y la otra no acudía a sus clases de ballet (una actividad que, aparentemente, la apasionaba). Cuando volvía a casa me encontraba a todos sentados viendo la tele sin hacer la cena, sin hacer sus tareas correspondientes (incluido SeñorSiSeñor) y encima, ofendidos si yo llegaba unos minutos más tarde de lo que acostumbraba a llegar o, me iba con mis compañeros de curro a tomar unas cañas. En fín, ya iré contando más cosas en el futuro pero ahora lo que quería decir es, que por dejar mi trabajo, entre otras cosas, caí en una depresión que me tuvo en la cama casi año y medio. Muchos dicen que la depresión es el síntoma inequívoco de que una persona no quiere enfrentarse a su propia realidad. Estoy de acuerdo: hace mucho que debí decir "Hasta luego Lucas"
Estoy contenta. La última semana de agosto la pasaré en un monasterio de Castilla. Estoy contenta. Después de dos años desde que me levanté de la cama, ya tengo energía suficiente para enfrentarme a lo que me viene... ya me entiendes... y la ilusión empieza a florecer. Y no me asusta pensar que, aunque jamás lo hubiera pensado deseado o esperado, puede que mi vida cambie de rumbo, en busca de alguien que pueda o sepa quererme.
Lo necesito.
Laia.

¡VENGO A GRITAR!

Vengo a gritar. ¿No he creado este blog para eso? ¡Pues he venido agritar! ¡Y también a llorar! ¿Para qué voy a intentar engañarte...? También estoy llorando... porque me duele el alma de tristeza y soledad... porque me he equivocado... porque estoy metida en una vida que no es la que quiero... porque SeñorSíSeñor es un impresentable. (Y conste que no pongo otro calificativo porque no quiero que me censuren, pues me gusta este libro virtual que estoy escribiendo y no quiero perderlo... si nó, diría... ¡uy! Lo que diría...)
Grito de pura energía contenida. Y lloro de puro desamor. Y sí, ya sé que no va a mediatizar mi vida de ahora en adelante pero, lloro por un amor que nunca he tenido. Ha sido un amor por el que me he dejado las uñas, los dientes, el corazón... sin embargo, es un amor que nunca he tenido. Y miro a mi alrededor y veo que, muy a mi pesar, la mediocridad me invade, me aplasta, me envenena, me desestabiliza, me pringa, me amenaza... muy a mi pesar, porque yo no me siento nada especial, más bien todo lo contrario. Y no he querido verlo hasta ahora pero es esa misma mediocridad la que me obliga a sentirme, afortunadamente, muy lejos y muy por encima. Han tenido que pasar treinta y un años... y aún no sé cómo llamar a esta actitud mia: ¿estupidez, obcecación? La puedes nombrar como quieras. Y ponerle un lazo del color que prefieras y después, por favor, si conoces la dirección de aquél que me niega, mándaselo todo junto con unas notas que digan: "Tú, y no otro, la ha despreciado" "Tú, y sólo tú, la has perdido" "Nunca te la has merecido" Si sabes su dirección, ¿lo harás? Porque no soy importante para él y además, es un cobarde. Le digo que me deje ir, que ya aprenderé a dejar de quererle... pero me retiene porque me necesita para sentirse mejor y para descargar sobre mi su propia miseria... Y ya, no quiero nada. Ha llegado el momento de no querer, querer nada que venga de él. Por esto es tan difícil, ¿me entiendes? Necesito, por mi salud mental y físca que me deje ir porque yo no puedo... aunque sé que me quedaré aquí, no queriendo querer nada de él, pero doliéndome de su desamor porque yo también soy una cobarde... lo sé, lo reconozco y lo asumo.
No puedes imaginar lo impresentable que es, desconocido lector. Acabamos de llegar de una reunión con "sus amigos" en la cual se ha dedicado a ponerse en evidencia y dejarme mal de mil maneras. Pero bueno, mi psicóloga, mi querida Olga, me dice que soy demasiado puntillosa, por decirlo de una manera coloquial. Que me pico por muchas cosas, vaya. Ya sé que no debería ser el centro de mi universo pero, he de aprender a desplazarlo. Te reconoceré otro secreto a gritos: soy adicta a mi marido o sea, a SeñorSíSeñor. Y, como ya sabes, a la comida también. Entonces, una de sus amiguitas, con todo el cariño claro, me ha comentado que hace unos días, en una situación concreta y especial ella y su marido se acordaron de mi, o sea, "de la gordi" Podría haber disertado durante muchas horas sobre cómo veo yo la amistad, el cariño, la sensibilidad, la educación, la integración, la "normalidad", las descriminaciones, la crueldad, la lealtad, la honestidad o, simplemente, decirle que "lo mio" se resuelve adelgazando pero, sólo le contesté que, cómo me iba a enfadar si es verdad: soy una gorda.
Soy una gorda, adicta a la comida y a mi marido... ese señor mayor que vive conmigo aunque, cuando lo miro, no puedo entender por qué pues, antes, ya sabía que era feo por fuera pero ahora, también sé, que es feo por dentro...
Laia.