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domingo, 12 de agosto de 2007
El calor de un buen fuego...
Otra imágen importante de mi pasado es el fuego a tierra, el hogar, la llar de foc... las tardes acabadas mirando fíjamente las llamas y oyendo las pavesas crujir alrededor de nuestras piernas o de nuestros zapatos... con las bombillas apagadas largo rato, hasta que mi madre o mi abuelo se levantaban para hacer la cena... en la "cocina económica" imprescindible en un pueblo que vivía de las minas de carbón. Mi padre y su padre eran mineros. A mi abuelo se le cayó parte de una galería encima y estuvo hospitalizado meses y convaleciente, casi el resto de su vida pues sus caderas nunca se recuperaron y le quedó una especie de cojera rara que hacía que sus piernas se arquearan como si fueran a rompérsele de un momento a otro... mi padre también sufrió en la mina, como todos los padres de todas las niñas y niños que yo conocía... y llegaban a casa con la cara muy negra, cosa que nos asustaba mucho cuando éramos pequeños... y vestían ropa negra o azul marino y los pañuelos de nariz eran de rallas negras y grisáceas... y los cuentos, las historias sin duda inventadas la mayoría sobre la marcha, de un abuelo dormilón y cariñoso al que le faltaba la primera falange del dedo corazón de una mano que ya no recuerdo... y la perdió cortando leña con un hacha en su pueblo, allá en la Andalucía más profunda, cuando era un joven saliendo a la vida...
Laia.
Laia.
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