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viernes, 22 de julio de 2011

Una noche más...


Noche oscura de verano otoñal...
Frío en las calles, en las plazas, en el interior de las casas silenciosas.
Frío sin escarcha dentro del alma.
Ojos marchitos.
Labios estrechos, cerrados, cansados, de tanto pedir, de tanto hablar...
Cumbres conquistadas para caer después, en un golpe certero de traición.
Sentimientos anestesiados por el dolor.
Búsquedas postergadas... en beneficio de silencios compartidos.
Esperanzas que se niegan a morir desahuciadas.
Conclusiones que no llegan a buen fin.
Recursos agotados.
Oscura noche.
Calle oscura, donde sólo brilla tenuemente una débil farola, a lo lejos... medio disipada y cansina... aburrida de luchar contra las tinieblas de un corazón solitario.
Breves risas han surcado el camino.
Escuetas palabras han dado fuerza a los días, para difuminarse como el humo de un cigarrillo encendido, que se agota sólo, reposando en el más bonitos de los ceniceros.
Nubes matando luz, asolando alegrías.
Oscuridad.
Silencio.
Dolor.
Aceptación.
Humildad.
La explosión de vida que no llega.
Obcecación.
Noche oscura, una vez más, que vengo a compartirla...

Laia.

Todo un año...


Hola.
Mucho tiempo sin escribir.
Casi un año, lejos de éste rincón secreto...
Los acontecimientos han sido muchos y variados, aunque la mayoría no han sido buenos, ya que no parece posible otra cosa en mi vida...
Debo haber nacido para sufrir, para ser idiota, para no aprender... y mira que pongo empeño en conseguirlo, la verdad.
Cuando operaron a la hermana de SeñorSíSeñor, allá por el mes de septiembre del año pasado, y después varios meses aguantando a su madre, me tuve que rendir ante la situación y, como la hija no quería tener cerca a la madre durante los meses de quimio, me la tuve que volver a traer a mi casa.
Yo sé que la hermana, ante una enfermedad tan grave, se tenía que centrar en ella mísma(ya tiene práctica), para superarlo lo mejor y lo antes posible, pero lo que ellos no saben, es tener la misma consideración conmigo.
El total de tiempo compartido con ella, aguantándola y medio muriéndome, ha sido de: un año entero. Y, después de todo ése tiempo, su hija aún creía que, después de acompañar a la madre a una de sus muchas visitas médicas, me la iba a traer de nuevo... y claro, yo la entiendo, porque tener a un ser tan malo como su madre al lado, no lo quiere nadie... ni siquiera ella, que lleva la herencia en la sangre. Pero, me negué, rotundamente, a que volviera a mi casa y, afortunadamente desde hace dos meses ya no la tengo aquí. Ya no me huele la casa a ella. Ya no me la encuentro por las noches en el pasillo dándome un susto de muerte. Ya no la tengo aquí, inventando historias para ponerme a mal con mis hijas... ya no está aquí, para malmeter entre su hijo y yo. Ya no está aquí, para criticarme y maquinar en mi contra.
No voy a seguir hablando de ella, porque no quiero oscurecer más la noche, sólo diré, a modo de conclusión, que es la persona más mala que conozco.
Una persona mala, es un ser que, a sabiendas de que va a hacer daño, se pasa el día buscando la forma de herir y machacar. Y así es ella. Y así se lo dijo su propio hijo en una discusión que tuvieron, justo la noche antes de dejarla con su hija. Le dijo: "Eres tan mala, que cada vez que abres la boca es para hacer daño"
¡Se lo dijo él!
En fin, le dijo muchas más cosas, todas ellas ciertas. Y yo le advertí a él esa noche, que a casa no volvía. Me contestó, que volvería si hacía falta, a lo que yo respondí: "Pues entonces, será ella o yo" Y él me dijo, tranquilamente, que no lo amenazara. Yo le contesté, que sólo le informaba.
Después se puso a dormir.
A día de hoy, y sólo dos meses después de la liberación de sus asquerosa presencia, SeñorSíSeñor, ya ha olvidado todo lo que pasamos y, poco menos, que la defiende.
Hace unos días me dijo, que tampoco me había hecho tanto la pobre mujer... yo me quedé estupefacta... no me lo esperaba, y pensé: "Claro, como aún respiro..." Aunque, si me hubiera muerto, tampoco hubiera reconocido el motivo, por supuesto...
Bueno, bromas a parte (¿broma?), te diré que me sentía tan mal, que no quería ni levantarme por las mañanas. Cuando abría los ojos, y tomaba conciencia de mi realidad, cuando la oía removerse en la habitación o hablando con el hijo, quería volverme a dormir y no desperar en mil años.
A SeñorSíSeñor le dio un cólico. Y ella ni se enteró, porque en su universo sólo existen ella y sus líos y cotilleos. Pero es que, a las dos semanas de perderla de vista, a mi me dio otro. Se lo he recordado, le he dicho que no olvide lo mal que lo pasamos estando ella aqui, pero me contesta que éso es de la edad que tenemos, que no tiene nada que ver con su madre... y yo creo, que cuando acumulas tantas bilis, tienen que salir para que no revientes.
Lo peor de todo, sinceramente, es que, ella llegó a nuestras vidas cuando estábamos en proceso de superar la infidelidad de SeñorSíSeñor. Cuando ya éramos capaces de hablar, y de hablar con sinceridad y podíamos darnos cariño sin sentirnos agredidos. Yo lo vivía con esperanza, porque me creí de verdad, que la oportunidad que me pidió, la iba a aprovechar y que iba a ser consecuente y coherente. Pero todo ha cambiado. Las secuelas que ha dejado entre nosotros la bruja que lo parió, son insalvables. Y es lógico, porque todo un año sometido a la manipulación de un bicho malo, acaba haciendo mella, aunque no quieras. Y no es que lo justifique, pero lo entiendo. Con una madre así, es difícil ser normal para poder comunicarte.
Aquí estamos, un año más, con la urgencia de playa, familia y barco. Y no entiende que yo no quiera ir. No acepta, que yo no quiera estar con ellos. No considera tan grave lo que me hacen, supone que puedo aguantar aún más. Y por mucho más tiempo.
No sé qué va a pasar. Llevamos dos días discutiendo. Las grietas son cada vez más grandes. Los reproches cada vez más ágrios e inesperados.
Te lo contaré.
Un día vendré, y te lo contaré.

Laia.