¿Oyes el sonido profundo de la propia vida?

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Gracias por la visita.

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lunes, 8 de septiembre de 2008

Sonrisas y ternura...

Que la felicidad te llene de sonrisas y ternura...
Laia

Ahí estoy, con la puerta medio abierta...

Te dije que te contaría, pero no lo he hecho... SeñorSíSeñor volvió de sus vacaciones el domingo pasado y cuando llegó, lo primero que hizo fue darme un abrazo... una congoja atacó mis cuerdas vocales y me acurruqué en él... casi lloré... pero intenté no perder la calma con la idea de no alterar mi equilibrio y mantener una mirada prudente ante lo que estaba pasando y lo que iba a pasar... ¿podía confiarme? La despedida fue fría y amarga al menos para mi pues, me negué a darle ni siquiera un beso... en las tres semanas que estuvo fuera de casa, me mandó casi todos los días un mensaje con el móvil, a los que, sinceramente, en su mayoría no contesté.
Han pasado las horas y sigo sin confiarme... tengo la convicción de que, si lo hago, recibiré más disgustos... y no quiero... me niego... por eso, me mantengo tranquila pero seria. Si hay que reír se ríe una a ver si me explico, pero con mesura... no quiero los vaivenes de un tiovivo... no quiero hoy arriba y mañana abajo... no, me niego...
Esta actitud mia puede que esté recortando su comportamiento pues quizás venía preparado para mis exigencias y a tener que esforzarse más pero, no puedo hacer otra cosa...
Lo que sí voy a cambiar desde ya, es mi hora de acostarme y de levantarme. Me iré a la cama con él y me levantaré después de haber dormido ocho horas. Hoy ya no lo he cumplido pero a partir de mañana, así será.
Laia.

El Real Monasterio... (2)

Aún suenan en mi cabeza de una forma mágica, las notas que brotan del órgano en ese coro de muchos siglos... aún veo a la monja subir la angosta y empinada escalera para acceder a él...

Lástima que este vídeo no tenga como música de fondo, sus rezos en gregoriano...

Aunque es de mala calidad, aquí te dejo la inauguración del Museo de Telas del Real Monsaterio de Las Huelgas. Hay pocas cosas pero son muy interesantes.
Laia.

El Real Monasterio... (1)


Éstas son las primeras imágenes que tuve el placer de ver cuando me levanté, mi primer día en el Monasterio. Es difícil explicar que, no buscando respuestas de fe, encuentre tanta Paz entre estas paredes. Es difídil conciliar mis ideas religiosas con algunos discursos que se oyen en boca de las maravillosas monjitas que, con toda sencillez y humildad, promulgan cada día.
¿Cómo decírles que, cada una de sus palabras y buenas intenciones, cada uno de sus deseos para con el prójimo, cada sacrificio, cada oración y cada esperanza, son patrimonio de la Humanidad y se pueden pronunciar y hacer desde cualquier otra religión?
¿Cómo explicarles que, su dogma de fe, no es único en el mundo?
Digo todo esto porque, dos días antes de mi marcha, llegaron una madre y una hija, típicas tópicas ciudadanas de Madrid con sus peculiares actitudes y con una mentalidad propia de principios del siglo pasado. Y no pude por menos que sorprenderme ante su convicción de que su forma de ver la vida es, ni más ni menos, que la única digna y decente forma de ver la vida...
Así son: únicos en el mundo.
Los seguros, los convencidos, los iluminados, los llamados a la fe católica...
¿Por qué en España, los cristianos han de ser católicos, apostólicos y romanos?
No quiero que me entiendas mal, ante todo, soy respetuosa absolutamente con las creencias de los demás pero, si añadímos que fuí educada desde la religión no militante, chirrían dentro de mi los aspectos intolerantes de algunos integrístas, en este caso, católicos.
Mi respeto y mi cariño más afectuoso para esas mujeres que llevan hábito y que rezan en gregoriano. Ellas sí viven serenas y saben que hay mil maneras para llenar el espíritu y que, para llegar a nuestro Dios, el que cada uno de nosotros lleva dentro, todos tenemos nuestro propio rítmo y andamos por nuestro propio camino.
Así son de generosas y así viven la caridad.
Sé que no leerán estas líneas pero tengo que decírlo:
Gracias a toda la Comunidad por acogerme y quererme.
Y gracias por el agua del Jordán que cada noche bendecía nuestras cabezas al terminar Completas.
El Monasterio visto desde el banco donde me fumaba los cigarritos antes de la comida.
Se respira el paso del tiempo en cada suspiro de aire que mueve las nubes, siempre peregrinas y bonitas.
Laia.

La vida como una tela de araña...

Vida tranquila y ociosa en su justa medida... vida serena, estable y responsable. Vida vivida con ansias de vida. Esta noche estoy triste. Y no por SeñorSíSeñor que, desde que ha vuelto de sus vacaciones, está algo distinto, más ponderado en el trato e incluso, un pelín cariñoso...
La tristeza me viene por el dolor que siente mi hija pequeña, por su inestable situación emocional y por el peso del compromiso que ha asumido mi hija mayor que, después de haber protagonizado ella misma conflictos varios allá por su infancia y adolescencia, se siente con fuerza para mediar y dar cariño. Vida, sí, vida interrelacionada con más vidas y con más almas llenas de pánico y sin timón.
Un día, cuando los años hayan pasado y miremos hacia atrás, sonreiremos con nostalgia de un tiempo que perdimos entre rencillas y melancolías.
Una tela de araña brillante de amor sí, pero que te atrapa de igual manera y que genera miedos y desesperación.
Ya estoy más tranquila.
Gracias por estar ahí.
Laia.

martes, 2 de septiembre de 2008

Bonitos sueños...

Felices sueños.
Laia.

El corazón acelerado... mañana te cuento...

Bueno, quiero dejar también esta otra canción...

Hoy va de Nancy Sinatra...
Mi corazón hace: Bang Bang.
Laia.

Prometo pasarlo estupendamente...

Me despido por hoy con esta canción...

Las botas las tengo puestas... ¡y son para caminar!
Adelante y, para atrás, ni para coger impulso...
Lo prometo. Y tú, estás como testigo.
Laia.

Hoy es mi cumple...

Hoy es mi cumple...
Son cincuenta y dos...
Sobre las siete y media aproximadamente de la tarde, mi madre me parió con mucho dolor y esfuerzo... y parió a una niñita pequeña y muy delgadita que siempre tuvo problemas para pesar lo que debía...
Ahí empezó mi vida... en Berga, una tarde de septiembre, mes lluvioso y con tormentas que ha marcado mi vida. Para bien, por supuesto.
Si podéis, visitadlo, es un lugar con encanto y magia.
Allí tenemos una convicción:
El que va, se queda. Y, la estancia, siempre hace que aflore lo que llevas dentro a la enésima potencia. Así, el que es bueno se hace más bueno y, el que es malo, también se hace mucho más malo. No hay medias tintas. Y, si no tienes más remedio que marcharte, siempre vuelves... siempre.
Estoy contenta:
Hoy es mi cumple...
Laia.

Ya he vuelto... objetivo cumplido...

Ya he vuelto... objetivo cumplido: mi viaje a Burgos ha sido inmejorable.
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Junto a la puerta que da entrada a la Hospedería, a éste lado de una verja que los de Patrimonio ya habían cerrado a las ocho y media de la noche, mirando al mundo desde una clausura voluntaria y sentada sobre un escalón con muchos siglos, fumando un cigarrillo casi a escondidas y mientras esperaba una tertulia que prometía lo que no fue, ésto era lo que mis ojos contemplaban...
Una visión apacible y misteriosa arropada en el silencio de un monasterio arraigado en un pasado muy lejano y que, gracias a la gestión de las monjas, es un lugar con encanto y magia, que cobija al peregrino y al solitario, al que busca nuevas experiencias y a todo aquél que quiera llenarse de PAZ y serenidad.
Esta imagen se quedó grabada en mi retina la última noche que pasé allí...
La tertulia fue agradable e interesante y el descanso que vino después, gratificó mi cuerpo y mi mente. Y mi espíritu.
Ya he vuelto.
No tengo tiempo para contarte mucho pero, en cuanto pueda, vendré a compartir contigo algunas cosas que han pasado en estos días y también el reencuentro con SeñorSíSeñor...
Cosas que, por fin, no son malas. Cosas bonitas, emotivas, emocionantes, sorprendentes...
Mañana si puedo, te cuento...
Laia.