
Estoy contenta porque ya estoy fuerte y muy cerca de la salud completa. Y ya se, desconocido lector, que no me entiendes así que, te contaré algunas cosas de los últimos años de mi vida. He estado casi un año y medio metida en la cama. Así, sin más. Año y medio dormitando en una cama que era, en el fondo, mi tumba. Siempre he sido una persona muy activa y nunca me ha gustado dejar pasar el tiempo sin algo que hacer. Algo que me gustara, algo agradable o provechoso. Y he estado inscrita en montones de actividades. Y he "llevado" mi casa y a mi familia adelante con amor y con dedicación, con entusiasmo y sin desfallecer. Siempre he sido como una locomotora que tiraba hacia adelante hasta sin combustible. Y conseguí el trabajo que me gustaba y me dediqué a él con la misma energía e ilusión que hacía lo demás pero, un día tuve que dejarlo y SeñorSíSeñor dijo que, con el mismo capricho que lo había cogido, lo estaba dejando. Y lo dejé porque mi casa se había convertido en un caos: la comida que preparaba para que mis hijas comieran al día siguiente, me la encontraba sin que la hubieran tocado y, una no estudiaba y la otra no acudía a sus clases de ballet (una actividad que, aparentemente, la apasionaba). Cuando volvía a casa me encontraba a todos sentados viendo la tele sin hacer la cena, sin hacer sus tareas correspondientes (incluido SeñorSiSeñor) y encima, ofendidos si yo llegaba unos minutos más tarde de lo que acostumbraba a llegar o, me iba con mis compañeros de curro a tomar unas cañas. En fín, ya iré contando más cosas en el futuro pero ahora lo que quería decir es, que por dejar mi trabajo, entre otras cosas, caí en una depresión que me tuvo en la cama casi año y medio. Muchos dicen que la depresión es el síntoma inequívoco de que una persona no quiere enfrentarse a su propia realidad. Estoy de acuerdo: hace mucho que debí decir "Hasta luego Lucas"
Estoy contenta. La última semana de agosto la pasaré en un monasterio de Castilla. Estoy contenta. Después de dos años desde que me levanté de la cama, ya tengo energía suficiente para enfrentarme a lo que me viene... ya me entiendes... y la ilusión empieza a florecer. Y no me asusta pensar que, aunque jamás lo hubiera pensado deseado o esperado, puede que mi vida cambie de rumbo, en busca de alguien que pueda o sepa quererme.
Lo necesito.
Laia.
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