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sábado, 25 de agosto de 2007

Asisto, aterrada, a la muerte de todo lo que conozco...

Estoy muriendo muy adentro...
Asisto, aterrada, a mi muerte...
Observo este punto de inflexión, desesperada...
Me agarro al leve suspiro que el Universo me envía para no ahogarme dentro de este momento único e irrepetible...
Llevo varios días llena de nostalgia, como si mi mente hubiera querido prepararme para la pérdida, para el vacío, para la muerte y para el duelo...
El pánico me hace gritar, alterada y sola, abandonada y humillada, manipulada, olvidada y ridícula...
¡Qué dolor!
¡Qué soledad!
¡Qué triste realidad!
No hay palabras para desdribir el desgarro de la verdad.
Estoy viviendo mi muerte.
Estoy viviendo la muerte.
La muerte de todo lo que conozco, aprecio y necesito.
La muerte de la esperanza y de las ilusiones.
La muerte del futuro.
Antes de nacer, vive muerto entre mis manos...
Ha llegado el momento que tanto he querido evitar durante años.
Ha llegado el instante fugaz a partir del cual, he de vivir ajena al dolor y al abandono...
Ha llegado el minuto ineludible en el que tengo que "decidir" dejarlo todo atrás... ese segundo atroz en el que me tengo que autoconvencer de la necesidad de olvidarte, de arrancar tus raíces de mí, de romper tu influencia, de arrebatar de tus manos las armas con las que me haces daño...
Mientras tú, vives al márgen de mi realidad, aprovechando la libertad que te facilito y disfrutando de tu soltería...
Nunca podrás ser un señor, tan sólo eres un ser mediocre.
Querido lector, te voy a confesar otro secreto:
A SeñorSíSeñor sólo le interesa su familia y no me refiero a su mujer y sus hijas...
Laia.

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