Gracias por estar ahí... a algunos os conozco, por eso se que os quiero... no sufráis por mi porque puedo con ello... esto me hará más fuerte y más grande... me hará más humana y más sabia y, cuando llegue la hora de marcharme, de alguna manera todo eso me ayudará...
Proclamo a los cuatro vientos que un día amé a un hombre al que le otorgué mil virtudes y gracias... ¿para qué voy a gritar después, que ni tenía virtudes ni tan siquiera gracias?
Laia.
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