¿Oyes el sonido profundo de la propia vida?

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martes, 17 de julio de 2007

La calle en silencio...

La calle en silencio. Ni un coche, ni unos pasos, ni el ruido del semáforo... ni siquiera uno de esos aviones que en otros momentos me impiden oir el diálogo de una película...
Me asomo a la ventana. No hay nadie, ya lo he dicho... ni siquiera un coche se mueve allá a lo lejos, por la calzada de la autovía famosa...
La televisión está puesta. La puse yo hace muchas horas, pero no se oye nada. Ni el ronquido de un vecino, ni el silencio de un marido... SILENCIO.
Sólo unos latidos se oyen en la lejanía del cansancio... y son mios, son el palpitar de alguien vivo... pero de alguien cansado...
No se oye nada más. Y el sordo empuje del ordenador, que a veces parece un motor del siglo pasado... nada más, ya lo he dicho... y estoy cansada, que también lo he dicho. Mi calle solitaria y oscura, tiene una puerta muy antigua y muy cerrada, tanto, que la llave ya ni existe... no se oye nada, ya lo he dicho... y lo seguiré diciendo, porque, cuando no se oye nada, hay que decirlo.
Laia.

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