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domingo, 3 de junio de 2007

Noche de luna casi llena... la boda muy bien, gracias...

Acabo de llegar de la boda. Son las tres y cinco pasadas y me estoy desmaquillando y tomando agua con limón porque tengo mucha sed. Luce la luna espléndida porque ayer acabó de llenarse.
La policía acaba de pasar con las luce puestas y, a través de la radio o de cualquier otro artilugio han gritado desde el coche: "¡No se muevan del sitio!"
Ahora, por algún motivo, recuerdo al hombre que he visto esta tarde en un poblado de chabolas de los alrededores de Madrid. ¿Dónde estará durmiendo? ¿En qué rincón o en que catre habrá desplomado su cuerpo para descansar de la vida?
Me duelen los pies. He bailado y he bebido. ¿Para qué sirven las bodas? A mi me sirven para charlar con la familia y con los amigos. Y para ponernos al día de las enfermedades y de los acontecimientos varios que llenan la vida de todos.
¿Qué habrá cenado el hombre del catre?
Me lo he pasado bien.
En breve me voy a la cama porque estoy agotada... pero antes, os confesaré otro secreto.
No haría falta decirlo si no fuera porque he prometido ponerle eco al murmullo de mi vida.
Estoy gorda. Soy una gorda.
Y vamos a secreto por día. Como mínimo.
Laia.

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