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domingo, 13 de julio de 2008
Crecí...
Con el tiempo he descubierto que algunas cosas me hicieron daño y me marcaron para siempre pero, yo me sentía feliz.
Como siempre fui muy delgadita y poca cosa, además de tener anemia, mi madre me hacía pasteles y bizcochos de los cuales no comía apenas. Pero recuerdo el olor de la casa cuando el horno estaba encendido. Y también de los boniatos asándose sobre el hierro de la cocina. O las castañas...
Mi pueblo era (y es) un lugar con muchas y bonitas tradiciones. Crecí escuchando a las monjas aleccionándonos para la convivencia, machacando nuestras mentes creyendo que nos estaban dando armas para defendernos en la vida. Crecí con amor y con atenciones, con mimos y con algunos pribilegios sociales y económicos que no todos alcanzaban a mi alrededor. Crecí...
Laia.
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