... pues claro que hay gente normal por el mundo... hoy he encontrado a una... un hombre, argentino para más señas al que le encanta cocinar y nos ha regalado una noche tan agradable y sosegada, tan natural y sencilla y nos ha puesto unos manjares en la mesa tan variados, sofisticados y deliciosos que acabo de llegar a casa y, a pesar de estar zombi porque en dos días he dormido cuatro horas, no quiero irme a la cama sin revivirlo una vez más. Sí, si hay gente por el mundo capaz de hablar con sincera normalidad, sin afectación y sin hipocresía. Sí, por supusto que hay en el mundo personas que saben querer al prójimo y tratarlo con respeto, educación, cortesía y sencillez... ¡pues claro! Y hay gente capaz de querer con suavidad y con ternura.
Reconozco que llevo tiempo dudándolo pero, en noches como esta, en la oscuridad y el silencio de la noche, mientras recuerdo que hay vida más allá de las paredes de mi casa, me reconcilio con el mundo y acepto humildemente que, sí, hay gente que sabe tratar bien a los demás aunque no los conozca de nada y lo hace con sinceridad y sencillez sin importarle tu condición social o tu estatus laboral.
Acabo de llegar a casa, ya os lo he dicho, y me siento agradecida de haber tenido la oportunidad de disfrutar de una cena tan agradable, tan lenta... tan deliciosa. Ha sido una buena experiencia que tengo que agradecerle a mi amiga Juana pues él es su amigo y los que hemos ido lo hemos hecho a través de ella. Hoy, ha sido un día amable.
Laia.
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