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martes, 23 de octubre de 2007
PROCESANDO... (172)
No tengo pruebas irrefutables... no puedo ofrecer mi mano derecha en pos de una verdad... pero le he gritado y le he acusado, le he dicho mil cosas y le he demostrado que no tiene por qué ir contra mi... que no tiene que buscar excusas para enfadarse conmigo, porque llevo mucho tiempo mirando para otro lado y sólo quiero que no me ponga en evidencia, que no me humille, que me tenga en cuenta para poder llevar una vida tranquila y sin altibajos, para no dar a nuestras hijas un motivo más para sufrir. Estuvimos seis horas hablando, discutiendo, peleando, chillando, llorando, suplicando, explicando, buscando, despreciando... y mintiendo... no puedo demostrarlo pero estoy segura. Ahora, varios días después, sigo intentando remontar esta situación pero, la frialdad está ahí palpable y materializada en una mirada que no existe, en una respuesta que no llega, en una mano que no acaba reposando en un hombro, en una sonrisa que no florece... porque falta interés...
Pero lo repito: ahora sé, que NUNCA me divorciaré... (Quizás la palabra NUNCA sea demasiado, pero en este momento es lo que siento.)
Estoy muy serena. Estoy muy triste. Estoy muy dolorida.
Estuvimos el sábado cenando en casa de unos amigos. Nos reunimos allí todos los que vamos a viajar a Jordania. Entre ellos, las dos malas pécoras que son el motivo de mis desdichas. Y me explico: SeñorSíSeñor tuvo a una de ellas de secretaria y la otra va en el lote porque son muuuuuy, pero muuuuuy, pero que muy muy muy amiguitas las dos y, por supuesto, sus maridos también son muy pero que muy amigos. Siguiente paso: a este trío, le sumamos un cuarto elemento, amigo de SeñorSíSeñor y compañero en el trabajo y en las amistades... ¿me explico? Pues eso, que son dos parejitas. Y unas veces parece que la parejita uno es uno y la otra y en otras ocasiones la parejita uno, parece el otro y la una... En esa cena, una de esas furcias, me chilló y me trató como se trata a alguien a quién no soportas. Y lo hizo como respuesta a un comentario mío que hacía referencia a ella y a su amiga la otra pilingui, un comentario que no las ofendía en absoluto, un comentario sobre algo que hicieron en mi casa pero que negaron con todo descaro y soberbia. Más tarde, intentando "arreglar" una situación que estaba siendo muy difícil para todos, le dije que, principalmente, su reacción era y había sido desproporcionada... en fin, que al final me mandó callar... yo no podía hacer ni decir más porque no quería involucrar a nadie y mucho menos hacérselo pasar mal en su propia casa (cosa que a la impresentable no le importó) ... total, que cuando los llevamos a su casa (¡encima!) me dijo: "Pelillos a la mar, ¿no?" Y me dio un abrazo. A lo que yo respondí: "Sí, de acuerdo, pero nunca más me mandes callar" Y me contestó: "De acuerdo" Y la dejé allí, olvidada y despreciándola profundamente mientras contemporizaba con SeñorSíSeñor pues, como ya sabes, nunca me defiende y siempre encuentra excusas para sus amigos y familiares y nunca para mi...
Cosa que me recuerda que, en el fragor de la discusión, el marido de la susodicha, salió en su defensa y yo hice el comentario: "Así me gusta, que la defiendas..." A lo que ella contestó dando un manotazo al plato (cosa que después me negaría también): "Por supuesto, ¡no faltaría más! para eso llevamos treinta y tres años juntos..."
Exacto, eso es lo que me parece normal. Y es lo que pido también para mi.
Las dos son dos ninfómanas y descendientes de Peter Pan. Además, no soportan que alguien les reste algo de protagonismo. En resumen, más de lo mismo: la puta envidia... ¡me envidian! ¡A mi! Como no me puede dominar y no le hago su juego, ¡pelea contra mi! Me envidian.
No puedo creerlo.
Laia.
Pero lo repito: ahora sé, que NUNCA me divorciaré... (Quizás la palabra NUNCA sea demasiado, pero en este momento es lo que siento.)
Estoy muy serena. Estoy muy triste. Estoy muy dolorida.
Estuvimos el sábado cenando en casa de unos amigos. Nos reunimos allí todos los que vamos a viajar a Jordania. Entre ellos, las dos malas pécoras que son el motivo de mis desdichas. Y me explico: SeñorSíSeñor tuvo a una de ellas de secretaria y la otra va en el lote porque son muuuuuy, pero muuuuuy, pero que muy muy muy amiguitas las dos y, por supuesto, sus maridos también son muy pero que muy amigos. Siguiente paso: a este trío, le sumamos un cuarto elemento, amigo de SeñorSíSeñor y compañero en el trabajo y en las amistades... ¿me explico? Pues eso, que son dos parejitas. Y unas veces parece que la parejita uno es uno y la otra y en otras ocasiones la parejita uno, parece el otro y la una... En esa cena, una de esas furcias, me chilló y me trató como se trata a alguien a quién no soportas. Y lo hizo como respuesta a un comentario mío que hacía referencia a ella y a su amiga la otra pilingui, un comentario que no las ofendía en absoluto, un comentario sobre algo que hicieron en mi casa pero que negaron con todo descaro y soberbia. Más tarde, intentando "arreglar" una situación que estaba siendo muy difícil para todos, le dije que, principalmente, su reacción era y había sido desproporcionada... en fin, que al final me mandó callar... yo no podía hacer ni decir más porque no quería involucrar a nadie y mucho menos hacérselo pasar mal en su propia casa (cosa que a la impresentable no le importó) ... total, que cuando los llevamos a su casa (¡encima!) me dijo: "Pelillos a la mar, ¿no?" Y me dio un abrazo. A lo que yo respondí: "Sí, de acuerdo, pero nunca más me mandes callar" Y me contestó: "De acuerdo" Y la dejé allí, olvidada y despreciándola profundamente mientras contemporizaba con SeñorSíSeñor pues, como ya sabes, nunca me defiende y siempre encuentra excusas para sus amigos y familiares y nunca para mi...
Cosa que me recuerda que, en el fragor de la discusión, el marido de la susodicha, salió en su defensa y yo hice el comentario: "Así me gusta, que la defiendas..." A lo que ella contestó dando un manotazo al plato (cosa que después me negaría también): "Por supuesto, ¡no faltaría más! para eso llevamos treinta y tres años juntos..."
Exacto, eso es lo que me parece normal. Y es lo que pido también para mi.
Las dos son dos ninfómanas y descendientes de Peter Pan. Además, no soportan que alguien les reste algo de protagonismo. En resumen, más de lo mismo: la puta envidia... ¡me envidian! ¡A mi! Como no me puede dominar y no le hago su juego, ¡pelea contra mi! Me envidian.
No puedo creerlo.
Laia.
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1 comentario:
Hola Laia.:
Que bueno que te te desahogues y hayas tomado una decisión. Eres muy valiente.
Tienes razón como no te puede dominar te envidia.
Con respecto al premio Blog del día, tu blog satisface todos los requisitos y es tuyo, aunque no lo publiques.
Saludos.
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