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domingo, 13 de julio de 2008
Me llamaban rara...
Y, como fui creciendo con muchas mariposas de colores revoloteando a mi alrededor, me llamaban rara. También me decían que tenía la cabeza llena de pajaritos...
Me gustaba cantar, inventar historias, imaginar situaciones imposibles... me gustaba soñar...
Las niñas de mi época soñábamos mucho pero pocas se atrevían a decírlo. Yo lo hacía. Y lloraba por el mundo... sí, ya sé que lo que estoy diciendo parece una tontería pero, mi llanto, que salía desde el mismísimo corazón, lloraba por un algo que llamámos mundo y que yo, con mis pocos años, no podía abarcar en su plena dimensión y concepto. Pero lloraba...
Después vino otra etapa y comprendí que, en lugar de llorar, lo que había que hacer era... ¡cambiarlo! Cambiar el mundo... y es que, las maripositas maravillosas que brillaban a mi alrededor, aportaban a mis sentimientos mucha fantasía...
Laia.
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