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jueves, 4 de octubre de 2007

Vengo de un lugar que... ¿quieres saberlo? (145)

Soy de un lugar donde las amapolas llenan los campos y las hierbas crecen altas. Soy de un lugar donde los bosques están llenos de duendes cariñosos, donde las piedras lloran de emoción y las campanas sueñan a media noche... yo nací en un lugar donde no habita el tiempo y los árboles acumulan anillos... yo nací, en un rincón del planeta desde el que puedes darle al interruptor y encender las estrellas... un lugar húmedo donde nacen los helechos y las enredaderas, pero también cálido y soleado donde lustrar la piel. Yo soy de un lugar cercano y fértil donde se forjan los seres humanos. Allí de donde vengo, encontrarás siempre una sonrisa sincera y la mano de un amigo, porque soy de un lugar pequeño que cada día es más grande y discreto, aunque su riqueza variada hace cundir su naturaleza de señorío y esplendor... pues, soy de un lugar donde la belleza acude cada tarde a parir entre los altos picos que suponen desafíos... donde el horizonte siempre va con vacas, la manzanilla da aroma a los prados y los lirios adornan las cunetas, muy llenas ellas, de sueños infantiles caminando hacia el colegio... soy de un sitio afortundo por las montañas que nos cubren y las lomas decoradas... soy, sí, soy de un lugar medieval y estrecho que huele a pólvora cada Corpus Christi... soy de un lugar tan especial como sus gentes, como sus tiendas, como sus calles y sus tradiciones... un lugar con sabor a carbón y a leña calentando las estúfas de hierro... el lugar del que vengo está lleno de cerezos y de requesón recién hecho y de vez en cuando, en el lugar de donde vengo, puedes encontrar un trébol de cuatro hojas... porque es un lugar que da suerte y que te deja echar raíces... yo soy de un sitio pintoresco donde todo es diferente y donde nada sabe igual porque el pan es pan, el vino es vino y curamos unas longanizas que quitan el hipo... donde sus calles reflejan tus zapatos cada vez que pisas el empedrado y sus escaparates compiten por ser más bonitos y creativos... unas calles de veranos alegres llenas de flores y sombras donde dejar el sombrero y "echar" el rato, mientras el sonido de alguna radio olvidada se mezcla con el silencio de la siesta... las calles del lugar donde nací en otoño lucen doradas y acogedoras al principio, después reflejan el brillo precioso de la lluvia y acaban acurrucándose contigo en la cama... las calles del lugar donde nací, en primavera, suenan a niños jugando con el babi a rallas y a zapatos recién estrenados... en invierno, mi pueblo es el sitio más maravilloso del mundo. Sus luces rutilantes, sus farolas ancestrales, sus bancos de piedra, sus piedras viejas, sus árboles centenarios, sus tradiciones milenarias, sus chimeneas olorosas, sus níscalos sabrosos de secretos alrededores... sus gentes y sus plazas... sus sonidos y sus colores... sus "paseos" y sus huertos, sus viejos parlanchines y tiernos, sus jovenes esperanzas... todo se envuelve de invierno y calma...
Es el lugar del que vengo y al que quiero volver para quedarme. Es el lugar en el que nací y donde siempre habrán rastros de lo que fuí. El mágico lugar al que quiero llegar para poder, cuando llegue el fin, dormir...
Laia.

1 comentario:

Miriam Jaramillo dijo...

Que lindo. Es mas que un placer leerte. Sinceramente.